Tallos cruentos pueblan el paisaje
cual soldados en campo de batalla,
que ensangrentados alzan sus fusiles
mientras piensan que la Vida les falla.
Humildes amapolas coronadas
de oro y azabache en la testa altiva,
el viento os zarandea a su compás
sin evitar vuestra belleza viva.
La brisa enmudece los corazones
que ardientes honran campos de batalla,
como hermosas amapolas sufrientes
sangran hasta que su espíritu calla.
Cruel guerra que ruge cual león
prisionero entre barrotes de hierro,
campo de amapolas será tu lecho,
sangre roja en un barrizal de miedo.
Maria Oreto Martínez Sanchis