Amor es el fuego que alienta nuestra vida.
Devoción es la palabra mágica, el toque nostálgico
Que amalgama nuestro devenir,
Que lo modela hasta formar un cielo estrellado.
Nuestros caminos transcurren paralelos
Bajo un techo de ramas en las que tímidamente nos cobijamos.
Somos como las orillas de un río:
Nos acercamos, nos alejamos…
¿Alguna vez los meandros nos permitirán abrazarnos?
Amigos, ¿solo amigos seremos en este mundo impío?
La devoción que nos alimenta conseguirá
Que se unan nuestras huellas en un único destino
Sin final preciso.
En un único destino nuestros cuerpos se abrazarán
Y no habrá caminos que nos separen.
Nos arrullaremos, nos besaremos…,
Y la música de los violines acompañará
El juego nostálgico y esperanzado del amor,
De esa pasión que, como lava de volcán, nos quema hoy.
Y si alguna vez los meandros volvieran a separarnos,
Recuerda siempre este amor que vivimos,
Pero ama otra vez, una vez más hasta que el camino
Se bifurque y desaparezca mi otro yo de tu destino.
La vida es solo eso, amado mío,
Las huellas del amor que sembramos en el camino.
Ama siempre, sin dudar, que yo amaré recordándote,
Me fundiré en ti, aunque no sea tu cuerpo el que me abrace.
Ama siempre, sin dudar, sin recordar el pasado.
