Bien venida seas, agua del cielo,
cuando llegas sola, sin equipaje de truenos;
sin piedras que destrocen
el inigualable universo;
sin vientos que mancillen nuestros hogares,
espejos del amor al mundo que florece en nuestros pechos.
Bien venida seas, lluvia bendita,
que engalanas la primavera de hermosas flores,
de cuyo néctar beben las laboriosas abejas ,
forjadoras de la dulce miel que nos alimenta.
Bien venida seas, lluvia cristalina,
hacedora de vida y de lozanía,
que acaba con la cruel sequía
de la tierra que, fértil, concede sus frutos.
¡Gracias a ti, madre amantísima!
Lluvia, nieve…, ¡agua!!
Vida eres en los bosques que alimentan
de oxígeno a la atmósfera.
Vida eres en los campos,
sustento diario de nuestras bocas.
Vida ofreces a los seres humanos,
apartando de ellos la malvada carestía.
Vida y luz refleja tu imagen, agua bendita.
Bendición eres para los hombres y mujeres,
que en el Universo por ti preguntan.
Al descubrir un nuevo planeta, una estrella, en el firmamento,
sólo una cuestión pulula en el pensamiento,
una cuestión que es una dicotomía:
Oxígeno y Agua forman la Vida.
Maria Oreto Martínez Sanchis