Un soneto escribo a la Perfección
De las mentes que admiten el error,
Mentes que relucen por su hidalguía,
Que aceptan el yerro con poesía.
¿Hay alguien perfecto en el mundo cruel?
No señor, pero hay que ser hombre fiel
Y no escudarse en errores inciertos
Que sólo producirán desconcierto.
Gana quien acepta humilde la culpa,
Pierde aquél que acusa sin fundamento
Introduciendo el mayor desconcierto.
¿Dónde te ocultas, bella Perfección?
Vives en el corazón del lamento
Y junto a él recitas en gran concierto.
Maria Oreto Martínez Sanchis