Entre hierbajos, zarzas y amapolas
transcurren lentamente nuestros días.
El camino cada vez es más corto,
el destino, poco a poco, se acerca.
La mente, con el tiempo, es más lúcida,
los sueños en ceniza se transforman.
Ante el paso ignorado de la vida,
sólo queda olvidar nuestras quimeras,
aceptar los pasados desengaños
y encarar el presente con valor.
Luchar, pluma en mano, por las ideas,
y defenderlas sin miedo al fracaso.
¡Ojalá, la ilusión nunca se quiebre!
El dolor ceda el paso a la alegría
y la sinfonía fiel de la música
acompañe nuestro mundo vital.
Las dulces y bermejas amapolas
triunfen sobre el zarzal y su agonía.