Sentí dolor de ausencia en las entrañas,
el alma rota y sin ansias de lucha.
Alas negras sobre mí se cernían
y cabizbaja comencé a penar.
Mi testa sin aureola temblaba
al compás luctuoso de mi llanto,
tormenta aciaga en el firmamento
del sueño nervioso por el pesar.
Silente llanto de aflicción suprema
danzaba amargo como vela ardiente.
Pensamientos siniestros en la mente
herida por culpables sentimientos.
¿Cómo expiar el cruel daño infligido?
¿Cómo recuperar el dulce amor?
Perdido vaga entre montes de olivos
como Atenea buscando la paz.
Diosa inmortal, que entre bosques y trinos,
corres veloz en busca del amor
que el divino Paris, en su inconsciencia,
mancilló con deshonra y sin pudor.
Mezquina tea de Troya fue Paris,
subyugado por el placer venal,
que la diosa Afrodita le otorgó
bajo la apariencia de un ser mortal.
Venal ha sido la terrible culpa
que mi espíritu no alcanza a expiar,
flama ardiente, calda y sin el rocío
matutino que la vuelva a apagar.
De luto viste mi alma encadenada
a tu cuerpo ígneo y poderoso.
Desconsolada y falta de tu afecto,
oscura nube seré si no me amas.