El mundo gira como un carrusel
que en cada vuelta perdiera una pieza.
Imperante baila la cruel pobreza
que en cada vals deja un trozo de piel.
El hombre se debate en pugna fiel
contra la miseria y sus ocurrencias,
esperpento ácido en sus pendencias,
que tatúa el alma de amarga hiel.
Poder que anega el orbe de malicia
y en la maldad, ardiente se recrea,
escupe sobre la dulce caricia
e indolente el vil metal espera.
Olvida ya por siempre la injusticia
que la dama, aun ciega, es certera.