AMOR TRAICIONERO
Era tunante y altanero,
rubio como los rayos del sol,
y su voz me decía al oído:
"Vente conmigo, serrana,
que eres el cogollo de mi corazón".
Y yo agradecía sus tibias caricias
y su aliento salobre como el mar.
Y me acurrucaba entre sus brazos,
dispuesta a conjugar el verbo amar
a bocanadas de lava.
Era ardiente y altanero,
rubio como la cerveza amarga,
y en mi alma tatuó los besos
que, durante siglos, perduraron en llamas.
Siglos perdidos en la hiel temprana.
La belleza vive en el amor compartido
y las caricias malsanas,
en la hoguera del infierno, vagabundas,
caminan sin saber
de mi feliz destino.
Hoy disfruto como loca
de los labios de un varón
cuya boca cubre mi antiguo resquemor.
Es el HOMBRE
que conquistó el llanto de mis pupilas magras.
Y olvidé, sin remilgos,
aquel amor hechicero,
aquel amor traicionero
que manchó mi camisón blanco
del rojo carmín de la profanación.
Maria Oreto Martínez Sanchis