¡NO ME PIDAS PERDÓN! (Homenaje a Juan Gabriel)
Te amé como la rosa al mes de mayo,
me amaste como el rocío a la noche...;
por ello, y sin un reproche, cedo mi alma
a aquella que en la distancia me arrebató tu vida,
a aquella que hace temblar tus labios coralinos,
en los que pervive el resabio del cariño
que un día entre mis brazos confesaste.
Te amé como la lluvia ama al otoño,
con tal pasión sin medida...,
que mis suspiros eran castañuelas
de risas y de alegría.
Me amaste... ¡cuánto me amaste, vida mía...!
Me amaste hasta el extremo
de esperar que volviera para entregarte mis sueños.
Pero mis sueños volaban, igual que vuela el silencio,
como vuelan las mariposas,
siempre en pos de sus anhelos.
Y olvidé en la distancia
que solo tú eras mi dueño
y cuando volví encontré
en tus ojos la censura de un olvido insatisfecho.
Por ello, amor...
¡Nunca pidas perdón por haber amado en silencio....!
¡No me pidas perdón, a mí, que fui golondrina errante
satisfecha de perseguir sus sueños...!
No me pidas perdón por haber recuperado el aliento
que mis alas te arrebataron
cuando perseguía una quimera más allá de tus desvelos.
¡No me pidas perdón, amor...!
Ruega en secreto para que en mi corazón
vuelva arder la hermosa llama
que un día encendió nuestros desvelos.
¡No me pidas perdón, amor...!
Ama como me adoraste aquel día
en que me dijiste "te quiero".
Maria Oreto Martínez Sanchis