LA
LUZ DE LA SOMBRA. ZENOBIA CAMPRUBÍ
Barcelona
y Puerto Rico
se
unieron para abrazarte,
dulce
risa cristalina
que
a Juan Ramón conquistaste.
Te
convertiste en la luz
que
iluminaba su sombra,
renunciando
a tus anhelos
a
cambio de su persona.
Te
aburrían sus poemas,
propios
de un ser pusilánime,
pero
tu loca pasión
los
convirtió en bello arte.
¡Ay,
Zenobia Camprubí!
¿Qué
hubiese sido del Nobel
si
tú no hubieses nacido?
¿Dónde
estarían sus voces?
A
Juan Ramón recordamos,
un
hombre lleno de angustia,
sin
pensar en la mujer
que
regó su esencia turbia.
Ella
tenía la fuerza
que
él nunca conoció.
Ella
renunció a ser alguien
Y
él se convirtió en gorrión.
¡Ay,
Zenobia Camprubí!
¿Qué
hubiese sido del Nobel
si
tú no hubieses nacido?
¿Dónde
estarían sus voces?
Valiente
como Zenobia,
que
venció a todo un imperio,
borraste
como una maga
de
la mente el sufrimiento.
Y
nació un pollino hermoso
de
unas letras cantarinas,
que
enamoró a muchos niños,
esos
que tú no tenías.
Y
ayudaste a las familias,
sobre
todo a las mujeres,
y
leías a Platero
en
los ojos de la gente.
Maria
Oreto Martínez Sanchis