Piel rojiza al sol poniente
levanta su cabeza orgullosa,
noble testa coronada
de hermosa cabellera negra flotando
al viento cual águila peregrina
en busca de su nido.
Valor, coraje, belleza y bondad,
amalgama de virtudes, indio americano
Luna ensangrentada cubriendo tu rostro
manchado de guerra, de lucha y de muerte.
Te enfrentaste a los dioses derrochando bravura,
desgarraron tu vida, tu cultura,
tu aliento, tu pueblo y tu historia.
Eran tus dioses unos simples mortales
llegados de allende los mares,
hambrientos de lujuria, de oro y de riquezas,
a los que no supiste vencer en la guerra
por falta de malicia, de armas y de esperanza.
Recuerda, indio amado, tu inteligencia innata
que te convirtió en pacífico símbolo de valentía.
No sufras por haber caído derrotado
por unos falsos dioses, demasiado humanos.
La soberbia, la avaricia y la lujuria
son el símbolo que siempre pregonaron,
la huella indeleble que dejaron
en estas tierras libres ya, y sin esclavos.
Maria Oreto Martínez Sanchis
CARMEN, DIME SI TE LLEGA, POR FAVOR