Ansias siento, niño, de ser tu carne
y de que tu sementera riegue mi sangre.
Ansias de tu risa, cual agua fresca,
y del rocío dulce que me alimenta.
Ámame, niño, hoguera de lava,
ojos negros silentes sobre la almohada.
Dulce potrillo mío, placer desgranas,
fuerte, hercúleo, entre las sábanas.
Siénteme, mi amor, en la alborada,
miel de mis entrañas, placer en llamas.
Mi risa argentina y enamorada
arde en anhelos sublimes cuando me amas.
Maria Oreto Martínez Sanchis