divendres, 6 d’abril del 2018

EURÍDICE

Hermoso cuenco que rezuma leche,
ambrosía de querubines, mar...
Fluye tu manantial entre el follaje
mientras brota la evocación de Eurídice,
la bella ninfa que conquistó a Orfeo,
pletórica de anhelos y de esencias.
No espero que una víbora siniestra
acalle mis deseos de placer,
sino hundirme frenética en tu magma,
y dejarme mecer en el olvido
bebiendo el loto de esta fuente fresca.

Amo tus manos, que entretejen perlas
de amor entre la fronda que suspira
con pasión, sin dilemas, sin axiomas.
Amo esa contundencia viril, cálida...,
pero firme y traviesa en sus delirios;
el buceo del sol entre el follaje
me conduce al éxtasis supremo.
Y se hunden mis uñas en el fango
que alimenta mi dicha, consagrada
a tus caprichos y a mis desvaríos.
Tus dedos tañen la exquisita lira...

Y yo me siento Eurídice, mordida
por un ofidio que me vivifica.
Y no desciendo hasta el maldito averno,
sino que asciendo hasta tocar el cielo,
porque  Orfeo me porta hacia el Olimpo
y su armonía me troca en mujer;
una mujer que sorbe del venaje
sin pudor y pletórica de dicha.
Esa alegría de seguir amando
hace que me camufle en la espesura
de tu mar que es mi mar y mi alborozo.

Maria Oreto Martínez Sanchis